jueves, 15 de julio de 2010

Estrella del deseo





Autor: Tassilon-Stavros





*************************************************************************************


ESTRELLA DEL DESEO


*************************************************************************************
Yo me desesperé frente al grito agorero, estruendoso, que brotó aquella noche, cuando te creí perdida, en el aire de mi mundo. Y pregunté a los caminantes por mi estrella prometida. ¡Demasiada inquietud por un astro, rieron! Y me poseyó una mirada de querencia lastimera y celo desmedido. Se fue mi luna. Y en el frío de la tierra quedó únicamente mi plañido extenuado, mi estatua yacente velando tu brillo distendido. Pero, en un instante, se extravió tu figura blanca, aquel prodigioso armiño, opresión suntuaria de lo deseado. Rizo de plata, que en las ungidas esencias de la anochecida, sobre el caprichoso viento, se internaba en mi ahogo, aquel que otras veces brotó callado.
*

¿Qué fue de tu desnudez, me preguntaba? ... Aquella urdimbre lúbrica donde se perpetuaban mis osadías; mis prisas por ser héroe, siendo tú el fruto que se ama y apetece, la hierba donde se desbocara la irresistible avidez de mis días.
*

Noche y estrellas. Hora callada de mi vigilia. Búscame de nuevo soledad celeste. Aún poseo un temblor tenue. Y ser quiero tu carruaje de lumbre. Sé que volverás a mí, oráculo que desmenuzas los crepúsculos, aunque la forja viva y blanca del universo malograr mi sueño quisiera, porque de su claustro hondo y constelado osé arrebatar tus vestidos. Candorosa malicia que se precipita sobre mí como diamantes antiguos. Y que en la hora nocturna, en su minuto de maternidad, convertirme deseara en niño frágil e impaciente. Aunque, tú lo sabes, estrella, mi oficio de hombre es no perderte.
*

¿Qué pretendéis ocultar en el desfile luminoso que cierra la noche, astros socarrones y flemáticos?... Si aquella estrella de mi universo, párvula y desmenuzada en su indomable pureza, ya desborda de nuevo mi camino, moviendo sus párpados en un revuelo de proximidad, albergada en la posada sensual de mi flaqueza.
*

Siembra aventurera del fuego obsérvame. Soy águila que se revuelve. Y tracé un nuevo arco de lumbre en la noche, abriendo, del amor, mi fragua. Testimonio veraz del río turbulento de mi último gemido. Volvió aquel cántico remoto, aquel parpadeo que creí perdido. Y ofrecí mi racimo maduro del que mana un mosto; un fermento originario que bulle, valedor, en el viñedo bárbaro de mi cultivo. Y oficié para ti, cuerpo de anhelos ya rendidos, afirmado en la privanza de mi hemorragia enardecida. Aquélla que renueva la vida, manando súbita, espesa y enriquecida. Eres mi dueña natural. Y yo, estrella, tu cuerpo descarnado y votivo.