lunes, 27 de julio de 2009

La Nereida y el Fauno






Autor: Tassilon-Stavros






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LA NEREIDA Y EL FAUNO


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Hijo del bosque entre abrasados delirios. Tallos en sombra que recogen mi gemido
Mimado por las Horas, las de los bellos cabellos, entre las violetas y crisantemos
Mas conmigo el amor no reposa. La envidia es mi tirana, el ansia mi rayo encendido
Primavera que alborota la Nereida. Tu voz es cítara, el rito de mis deseos blasfemos.

Soy como un zorro de artera mente, que, sin reparos, tus juramentos devorar quisiera
Impío fauno, grato a las diosas, que saciarse no puede, grácil Nereida, en tu eterno seno
Néctar ya aderezado en el hartazgo dañino y pérfido con que el mismo Zeus te poseyera
Y de pronto un sutil fuego me corre. Necio fauno el que se afana siendo un dios su freno.

Si en las cavernas de negra tierra oculta te hallaras, colmar podría mi motivo de locura
Tan sólo los dioses aman las trampas y engaños. Pero rehuyen las mansiones del Hades
Mientras el fauno, adivino del bosque, es ola aromática que penetra tu fértil donosura
Zeus tiene el poder de los cielos, y el zorro la astucia que fulmina sus minuciosidades.

He de ungirte con perfumes, Nereida del canto. Codicia son los favores que tú concedes
Sé propicia, cuando el flujo del deseo festeja mis entrañas. Soy yo tu fauno quejumbroso
En mi lanza tengo el vino de Ismaro. Mi bosque es coraza. Y mi tenso arco de mercedes
Las Horas a Zeus desvían. Soy tu Néstor divino. Tu lascivo Dioniso del bosque umbroso.