jueves, 11 de junio de 2009

El Eremita X





Autor: Tassilon-Stavros


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EL EREMITA X


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No hubo despedida. No vi sus lágrimas ni ella las mías. ¡Maldito sueño aquel, que avivara de Esparta los rescoldos! Llanto de Apolo. Cardenchas torturadas sobre el polvo. Santuario ahora solitario. Anfiteatro de golondrinas. Copa de oro entre palomares. Milagro apacible de hontanar frondoso. Renovado sentido de mis primeros despertares... ¿Por qué se fueron así mis noches? Arpa melodiosa de tu oráculo, donde ella me abrazaba en sus fuegos melancólicos. Isla de instantes eternos. ¡Ay edades de amores donceles, que los yelmos me arrebataron!... ¿Por qué se fueron así mis noches? Cuando su aliento rozaba mi cuerpo, rendido sobre la yerba. Ascensión luminosa del deseo, ahora roído por los buitres que nuestras alegrías descarnaron.


Tormento de la incertidumbre. No hubo adiós a las colinas, ni al prado. ¡Maldito sueño aquel, que avivara guerras del mañanero mar del silencio! Knidos, ahora masas de carroñas y huesos ensangrentados. Armaduras cegadoras. Dardos como tizones del escuadrón de Esparta. Ruinas de altares, donde aturdidos rostros fueron degollados... ¿Por qué se fueron así mis noches? Afrodita nacida para desvanecerse. ¡Ay sueño mío, doliente planto! Cruel ponzoña vengadora que de ti me arrancara. Roce sajado. Ola asesina, donde anduvo suelta la muerte. Amor en mi lamento extraviado. ¡Ay brazos vehementes, que huyeron de mí entre el pavor y el desenfreno como huracanes desbocados!... ¿Por qué se fueron así mis noches? Cuando tus susurros me abrían sus velos, a una oscuridad sin sueño entregados. Estremecimientos de tu mirar en la alborada, que entre gritos del viento, por una orgía de sangre fueron devorados.

Olor íntimo de abandono. No hubo amanecer inmaculado. ¡Maldito sueño aquel, que avivara guirnaldas de triunfo para coronar de espanto la tierra! Albor que perdió sus risas. Noche ya sin día, sin color ni forma. Oráculo de ilusiones malogradas, donde todo quedó callado. Águilas depredadoras de los escritos proféticos. Isla mancillada. Hortal de pasión y tristeza. Y entre los montes del tiempo, sequedad y olvido... ¿Por qué se fueron así mis noches? Sacerdotisa que llegabas hasta mí con cesta de oro, como arriba el alba. ¡Ay compañera amada, ardiente mensaje perdido! Perla sumergida. Mar de sepulcro. Playa feliz, una vez íntima y bendecida, donde ante ti me postré de hinojos. ¡Ay doncellez sobre mi cuerpo derramada! Manto azul. Tálamo de espuma donde calmaste mi sed... ¿Por qué se fueron así mis noches? Cuando tu canto ingenuo me enamoraba. Plenitud de la carne, emoción sensual de nuestros antojos. Egeo frente a bosques que ya no cantan. Amor que pasó de largo. Mudo soñador de la noche. Ahora pescador sin red.