jueves, 18 de septiembre de 2008

Ática, elegía a un vergel en guerra




Autor: Tassilon





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ÁTICA, ELEGÍA A UN VERGEL

EN GUERRA


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Ática, campo fértil de sendas polvorientas. Color infinito. Templo callado entre las sombras, compás rítmico de mis ofrendas... Si llega el tiempo de mi marcha, deja que me apresure silencioso, porque haré de mi abandono una trémula cadena, inextinguible y débil. Artificio de viejo culto, entre ese misterio imperecedero de tus lozanías, ahora arruinado por mi sueño temeroso.


Ática, trono y lecho en el rincón de mi choza. Melodía espontánea de limosnas. Laberinto de lejanías, donde las horas se adormilan, en la danzante felicidad de tus ondas... Si llega el tiempo de mi marcha, deja que te tiente sollozante, porque habré de acurrucarme, como pordiosero en un rincón, cobardemente. Rebelión vana de vigilante santo, ciego de entendimiento, que teme al mundo. Espada roja de sangre, en la mazmorra de mi fracaso, ya incrustada mágicamente.


Ática, herida ensangrentada de mi ocaso. Alimento de mi vanidad plañidera. Oratorio murado de mi orgullo. Tiemblo desvelado de la noche, donde quedó presa la cita callada de mis pasos... Si llega el tiempo de mi marcha, deja que guarde tu recuerdo con la inocencia de un niño, porque habré de cargar mi cesta aun con fútiles flores de ensueño. Balada sin sentido. Vasto desenfreno del mundo. Huracán guerrero que mancillara nuestro suelo. ¡Rey de reyes, viento loco en carro de oro! Bandera y antorcha, noche horrible de tormenta, que dejara tu tierra, ¡ay, valles de Ática!, sumida en duelo...

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